Historia

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Existen diferentes tesis sobre el origen del nombre actual del municipio de Gerena. Es posible que el nombre actual derive del latín Ierenna, que “en  tiempo de los godos inundada de los sarracenos...fue castillo o plaza de armas conocida por el nombre de Xerea. De raiz ibérica, el topónimo parece hacer mención al mitológico rey-pastor Gerión. Hesíodo, sabio historiador griego, habla en su obra de un semidios de los tartesios con tres cabezas,  en clara referencia a la agricultura, la ganadería y la minería, llamado Gerión, que era propietario de grandes rebaños de toros y otros ganados y de fabulosas riquezas. El pueblo pudo tener su origen en aquella remota época y su nombre Geryona o Geryena querría decir  “propiedad de Gerión”.
Sin embargo, hasta el día de hoy permanece la incógnita sobre el origen de la denominación de Gerena: ningún dato epigráfico o literario atestigua topónimo alguno relacionado con el lugar hasta el  Cancionero de Baena donde se recoge la obra del poeta local Garcí Ferrandes de Jerena. En sendos grabados del s. XVI aparece Ierenna/Jerenna.

Gerena y su término municipal han tenido una importancia capital a lo largo de la historia, como lo demuestran la cantidad de restos arqueológicos existentes en la zona.

Es posible que el pueblo etrusco estableciera alguna colonia en la comarca minera de Itucci o Tucci (Tejada), de la que formara parte Gerena como encrucijada de las rutas del metal. El pueblo etrusco, para los romanos Tusci, habitaba desde la más remota antigüedad en Etruria, al norte de Italia.  A partir del s. VII antes de Cristo consiguió gran prosperidad debido a la explotación del cobre y el hierro. Fueron buenos comerciantes y navegantes y sus alianzas con fenicios y griegos les posibilitó el comercio con los tartesios del sur de España.

Su contorno es rico en yacimientos arqueológicos de la época prehistórica (existen  silos del neolítico tanto en la denominada Mesa de Carrasco como en El Esparragal), ibérica (la cerámica ibérica hallada en diferentes zonas es abundante) y romana. Los restos de esta época son abundantísimos: desde los encontrados en las huertas del río Guadiamar, en cuyas fuentes se construyó la presa y primitivo acueducto de Itálica, hasta los restos de murallas y termas junto al complejo hidráulico de la Fuente de los Caños, pasando por numerosos restos aislados de edificaciones de diferente envergadura). En el paraje denominado Castrejón (de castra = campamento) en el cortijo El Esparragal existen unas pequeñas termas, recientemente restauradas. El cerro sobre el que se asienta Gerena está ligado también a unas termas muy próximas, y en el Rancho y otros lugares quedan testimonios de que sus habitantes no fueron simples espectadores ante la llegada y asentamiento romano, sino que participaron activamente. Es posible que fuera lugar de residencia de altos funcionarios, oficiales de la guarnición de la fortaleza y veteranos del ejército recompensados por sus servicios.

Los primeros siglos de la Era Cristiana también nos dejaron su huella (la Basílica Paleocristiana, de la que desgraciadamente queda la planta, procede de esta época; al igual que abundante cerámica, lacrimarios y dos inscripciones, una de ellas fechada en la era 700), al igual que los musulmanes (sobre una mezquita-fortaleza en la que se hicieron fuertes durante la guerra de conquista de Sevilla, y de la que quedan restos evidentes, se construyó la actual Iglesia Parroquial). A lo largo del rio Guadiamar se conserva una serie de molinos, como el de La Pisana, La Molineta, Molino de Antón y Molino Perdío.

La villa fue reconquistada por Fernando III el Santo en 1247 a los musulmanes tras un importante asedio. Considerada durante la Edad Media y Moderna el granero del Reino de Sevilla, contó con el honor de ser una de las ciudades mencionadas y grabadas por G. Braun entre las “Ciudades del Orbe de la Tierra”(1565) y en 1594, durante los días 15, 16 y 17 de Febrero estuvo en Gerena D. Miguel de Cervantes Saavedra en su calidad de Comisario de Abastos “acopiando para la Corona treinta fanegas de trigo, que dejó pagadas a su marcha”. En esta época, concretamente en 1555, Gerena contaba según el padrón “que mandaron facer” los alcaldes ordinarios Alonso de Frías y Bernabé Marín de Carmona con 320 vecinos, figurando en el mismo inscritas 57 mujeres de las que 43 eran viudas. Podemos hablar pues de unos 1300 habitantes. Tras la conquista y repoblación, Gerena, acogida al pacto de Pleitesía, se rigió por el fuero de Toledo y tuvo un Concejo municipal formado por dos alcaldes. Uno de ellos, el alcalde del Rey, era vitalicio por nombramiento; el segundo era elegido de entre los hombres buenos del lugar. Cada uno de ellos con su propia jurisdicción, sin que se dieran interferencias entre las respectivas autoridades, iniciándose una etapa de crecimiento demográfico y de promoción del nombre de Gerena, sobre todo gracias a la literatura y a una figura clave de la poesía medieval: Garcí Fernández. No podemos tratar la historia de Gerena sin hacer mención a Garcí Fernandez de Gerena, personaje histórico que gozó del favor de Juan II como poeta de su corte. Juan Alfonso de Baena, secretario de la Corte, recopiló sus poemas que hoy se encuentran en el famoso Cancionero que lleva su nombre.

Durante la Edad Moderna el pueblo deja de ser dependencia de la capital para pasar a manos privadas, creándose el Condado de Gerena, que pasaría a través de los años por diferentes manos. Siglos de conquistas y glorias vivió Gerena hasta que en 1627 Dª Rufina de Sandoval consiguiera del Concejo hispalense la compra del municipio. Con ello perdió su condición de realengo dependiente de Sevilla, quedando bajo el señorío de D. Pedro Cornejo Sandoval. Poco después, en 1650, Felipe IV crea y otorga el Condado de Gerena a D. Pedro de Ursúa y Arizmendi, general navarro y Caballero de la Orden de Santiago fundándose el Mayorazgo de la villa en 1660. Fincas como Mirandilla, Mojongordo, El Chamorro, Los Larios y otras posesiones rústicas y urbanas pasaron a dominio del Conde. Aún en la actualidad se conserva el nombre de su procedencia: huerta del conde, casa del conde, pajar del conde, etc. Posteriormente, D. Luis de Bucarelli y Bucarelli, segundo marqués de Vallehermoso, se une en matrimonio a la familia Ursúa y obtiene por descendencia el condado de Gerena.

Durante el siglo XVIII, siendo Gerena uno de los pueblos mejor dotados de servicios, su población se dedicaba principalmente a la agricultura, bien por cuenta propia o al servicio del conde. No sería hasta el siglo XIX cuando la villa recupere su independencia municipal. En el s. XIX la villa, con una población de unos 3.000 habitantes, nos ofrece un aspecto minicosmopolita. En 1805 pasó a poder del marqués de Villahermosa y a los condes de Santa Coloma hasta la supresión de los señoríos. Destacable es la función que realizó Gerena durante la invasión de Andalucía por José Bonaparte. El general Victor instala en la localidad su cuartel general de control de las rutas de Extremadura y Portugal, estableciendo al mismo tiempo en las proximidades del pueblo los servicios de intendencia y abastecimiento de las tropas francesas. Con la Constitución de 1812, Gerena recobra su independencia municipal. Los señoríos y mayorazgos habian sido abolidos, aunque la aplicación de la ley tardó varios años.

Los trabajos de las canteras de granito salvan a la localidad de la crisis económica de mediados del XIX, proporcionando cierto grado de estabilidad económica. La cantera seguirá siendo la principal fuente de riqueza en la primera mitad del siglo XX, y traerá prosperidad al municipio que aumenta su población hasta los 4.000 habitantes. La ineficaz aplicación de la Ley de Mendizabal no incide en la economía local ya que, paralelamente, surgen las transformaciones urbanas y las ciudades y pueblos próximos demandan materiales para pavimentación. En el último cuarto de siglo aparece en Gerena un personaje ilustre cuyo apellido perdurará hasta nuestros días en la memoria de los gereneros: Federico García de Leaniz, caballero de la gran Cruz de Isabel la Católica y comendador de la Orden de Carlos III, que contribuyó en gran medida al desarrollo educativo de este municipio. Durante el pasado s. XX Gerena se fue modernizando, llegando a contar incluso con ferrocarril. El nivel de vida de Gerena alcanza en estas fechas cotas insospechadas. La liberalización de las canteras de manos privadas y un ambicioso proyecto de modernización de los sistemas de explotación propuesto por el Ayuntamiento, junto a la gran demanda de materiales graníticos para Sevilla y otras grandes poblaciones y las obras de la Exposición Iberoamericana de 1929 proveen a Gerena un dinamismo febril.

Con el tiempo, el trabajo del granito dejó de ser rentable por el alto coste de la extracción a causa de la dureza de la piedra de Gerena. El pueblo vive de la agricultura y de los servicios, al haber desaparecido casi en su totalidad el trabajo en las canteras.

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